Las Bolamelas, pertenecen a una parte de la historia de la evolución de algunos de los dulces que en la actualidad forman parte de la gastronomía de algunas regiones de nuestra Geografía Nacional y cuya rama más cercana y conocida son los turrones.
Es un dulce muy antiguo cuyo origen se remonta a la etapa musulmana de la península ibérica razón por la cual los ingredientes base de su elaboración son la harina, el huevo y la miel.
La abundancia del cultivo de almendros y la recolección de miel de la Alcarria, del sistema Bético o de la Serranía de Cuenca en la comarca de Alicante, hizo que su evolución nos haya llevado a los actuales turrones, y a otros dulces como las “tortas de alajú” y los “alfajores” en la zona de las provincias de Cuenca, Guadalajara y Valencia con la incorporación del limón, la naranja y la miga de pan tostada.
En su evolución hacia el centro peninsular, la mayor presencia de los cereales provocó que los frutos secos fueran sustituidos por una masa de repostería cuya base principal era la harina de trigo, al tiempo que la entrada del frio invernal, que implacablemente aceleraba la solidificación del excedente de miel almacenada, forjara la estacionalidad de este tipo de dulces, motivo por el cual solía ser habitual su elaboración a finales de año.
El aumento de trabajo que implicaba la sustitución de los frutos secos con la elaboración manual de la masa de repostería, hizo que frente a los turrones, fuera perdiéndose la tradición de elaborar este manjar de dioses año tras año.
A pesar de esto, en algunas poblaciones al sur de Castilla León, Castilla la Mancha, Extremadura y Andalucía aún perdura escasamente la tradición de elaborar productos similares con algunas variantes en sus ingredientes y en sus denominaciones, pero manteniendo fielmente su proceso de elaboración, adquiriendo su propia personalidad y siendo reclamadas con orgullo como gloria gastronómica en cada una de las zonas.
Hoy, rindiéndonos a la majestuosidad de su historia y a su ímpetu por evitar caer en el olvido, hemos querido poner la tecnología del siglo XXI a merced de este dulce artesanal para ser testigos de su renacimiento, que por fin recupere el trono que le corresponde dentro de nuestra repostería nacional y que pueda continuar su expansión por las comarcas que no le fueron posible conquistar antaño.